miércoles, 21 de agosto de 2013

2013 Día de Cantabria en Cabezón

Siempre que se acude a un acontecimiento ya visto se descubre algo nuevo, bien porque realmente hay detalles que se han escondido en las anteriores ocasiones, bien porque a lo mejor los hemos olvidado con el paso del tiempo. Esta fiesta está unida al nacimiento de nuestra hija, venida al mundo un 3 de agosto de hace dieciséis años. El parto se retrasaba y nos mandaron que diéramos paseos y allí donde había algo de interés nos dirigíamos. Pues bien, nuestra hija nació ese día a las nueve y media y la noche anterior estuvimos dando una vuelta por esta localidad y oímos el pregón que pronunció el parco poeta ya fallecido José Hierro. De esa primera vez me quedó el recuerdo del escritor. En otra ocasión estuvimos en Cabezón por la mañana en compañía de mi hermana y recuerdo la alegría y el bullicio dominical con sus múltiples coloridos folcloristas: las calles estaban llenas de gentes engalanadas como solo se pueden ver en un domingo de fiesta por la mañana. Otra vez, vimos por primera vez el desfile vespertino de carrozas y agrupaciones musicales y nos quedamos con la boca abierta de la riqueza humana de esta tierra. Regresamos otra vez para ver este desfile y en esa ocasión la impresión que me llevé es de haberlo visto ya. Por eso cuando este año hube de ir obligado por mi condición paterna de taxista de mi hija y sus amigas, fui resignado a volver a ver lo de todos los años. Sin embargo, hubo novedades. Llegamos muy pronto, casi a las cuatro de la tarde, cuando mucha gente que había ido por la mañana acababa de comer en pic-nics improvisados al lado del coche o del autobús con los que se habían trasladado. Y al poco tiempo, en dos escenarios y de manera simultánea comenzaron a actuar los variados grupos de música popular. Situados los escenarios a menos de cien metros uno del otro, se podía ver quién estaba actuando y moverse según las apetencias de lo que se veía y oía. Pero no paró ahí la algarabía; en el frondoso paseo central,  tres bandas o charangas se alternaban interpretando y bailando las piezas que tocaban. Los gaiteros y otros grupos musicales no se quedaban atrás y en el rincón menos esperado comenzaban a mostrar sus destrezas musicales. Así, oyendo música, devorando con la vista el colorido que por doquier aparecía, recorriendo los numerosos puestos de comida o de baratijas o de bisutería que se ramificaban desde el centro, se pasaron esas horas previas al desfile. Y sorpresa, este año hubo novedades; tal vez la más llamativa fue una agrupación muy numerosa de Rudagüera que mostró una danza recientemente recuperada de sus antiguas tradiciones.




No hay comentarios: