Una de las plantas que llama más la
atención de los visitantes de Cantabria es esta. La mayoría de los turistas las
suelen ver colgadas de las balconadas de las calles de Santillana. En verdad,
son espectaculares por su tamaño y por lo insólito de su desarrollo y
crecimiento, pues los claveles están colgados y las raíces quedan al aire,
cuando son pequeños, ya que, al crecer, acaban ocultas en el centro. En su
desarrollo se crean formas originales, aunque tienden a la redondez. Tan solo
con la humedad atmosférica son capaces de vivir; eso sí, con un desarrollo muy
lento. De vez en cuando, si pasa tiempo sin llover, agradecen un riego
pulverizado. También les viene bien la limpieza de las telas de araña.
La floración la realizan sobre todo las
plantas adultas en los meses de mayo o junio. Suelen echar seis o siete
claveles al mismo tiempo y duran muy pocos días. Sin embargo, la flor es un
primor y además el olor es suave y muy agradable.
Todas nuestras plantas proceden de dos
que nos regalaron cuando compramos la casa, hace ya veinticinco años. Ahora,
después de sacarlas tres o cuatro hijuelos cada año, son del tamaño de un globo
terráqueo y algunas mucho más. Están debajo del limonero y colgando de las
paredes de la finca.
Siempre tenemos claveles pequeños que se han desprendido de las plantas madre. A veces nos las piden y nosotros las regalamos, pero lo cierto es que su desarrollo en otros climas es más complicado y muchas no llegan a medrar.
Este invierno hice la prueba de meter dos plantitas en maceta para ver cómo evolucionaban, pues veía las raíces y me dije que por qué razón no iban a adaptarse y a sacar humedad de la tierra. Las plantas están vivas, ahora no estoy seguro de que hayan crecido más que si hubieran estado al aire. Las fotos que pongo a continuación son las plantas que hay ahora en casa. Las florecidas ya han perdido parte de su frescura, pero creo que todavía guardan cierta belleza.
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