sábado, 16 de marzo de 2013

Vega de Pas

El viajero que llegue a esta tierra sin la premura del paso del tiempo y que busque sensaciones sencillas, pero difícilmente frecuentes, puede introducirse en el interior de Cantabria, en una de las zonas más profundas de la región. Tanto si es invierno, como si es verano, su recorrido nos va a impresionar. No veremos nada más que suaves y majestuosos montes, intenso arbolado, extensos y verdes prados... Y veremos seres humanos que sobreviven del duro trabajo de cuidar de animales, especialmente vacas, pero también caballos, ovejas. No creo que haya leche mejor en España, que la que dan las vacas de esta comarca. Y por supuesto, no veremos edificios solariegos, ni iglesias u otros monumentos de relumbre. Pero caminando sin prisa por los alrededores del pueblo, podremos encontrar detalles de esos que probablemente nos queden marcados más que el recuerdo de monumentos grandiosos: ver mamar a un potrillo de la ubre de su madre; el fatigoso abono de un prado con planos de inclinación imposibles; construcciones ideadas y pensadas más en el cuidado de animales que en la comodidad de las personas y, también, una simbiosis armónica de ambos en sus necesidades. Es la España rural que se  prolonga sine die.
Abonando con estiércol un prado




No hay comentarios: