viernes, 1 de marzo de 2013

¡Nuestro querido limonero!




¡Nuestro querido limonero! Cuando salimos de casa es lo primero que vemos. No divisamos ni viviendas, ni personas, ni vacas... siempre el limonero y siempre igual, con sus hojas olorosas y sus turgentes y amarillos limones. Y cuando llega la primavera, la fragancia a azahar. ¿Qué decir de un árbol que en cualquier época del año está cargado de frutos de todos los tamaños? Y también de flores, porque casi siempre hay alguna rama con ellas. Es así; un árbol en el que podemos ver todas las fases en cualquier momento del año: limones maduros, madurándose, pequeñajos, en floración.

Cuando compramos la casa, ya estaba. Lo había plantado el anterior propietario que procedía de Novales, y según me han dicho los vecinos, una persona que sabía lo que decía y hacía en lo referente a los cítricos. Yo, he de confesar, no tenía entonces, en 1998, ni idea de árboles, ni de hortalizas, -ahora, sé un poquito. Y lo que he aprendido ha sido de las experiencias que he ido acumulando. Con el limonero estoy bastante satisfecho de cómo lo tengo desde hace veinticinco años. Una cosa que he aprendido es a evitar darle severas podas a principios de marzo, como lo estuve haciendo muchos años. Me he convencido de que lo mejor es ir de vez en cuando cortándole los chupones. Tan solo con estos recortes y procurando que haya ventilación por dentro de la copa del árbol, podando para ello ramas interiores, da más frutos y está mucho más sano. Hasta ahora no le he tratado con ningún producto fitosanitario y eso que sí que ha sufrido distintas plagas, pero él solo es capaz de superarlas con estos cuidados. También le abono con dos carretillos de compost en el otoño.

Es un árbol que está lleno de recuerdos. De una de las ramas más robustas, ha habido colgado un columpio en el que mis dos hijos se han columpiado durante años; no solo ellos, sino los otros niños del barrio y los primos cuando nos venían a visitar. Aún hoy, es el lugar preferido de los sobrinos pequeños; Mario, cuando viene, convierte su suelo, en un campo de maniobras con sus máquinas excavadoras de juguete; o en circuitos de trazado imposible para las carreras de coches. Mi hijo y sus amigos, lo tienen de árbitro al que sin querer propinan tremendos balonazos en los partidillos que organizan a su vera. Cada vez que oigo el chasquido de las ramas, es como si el golpe me lo llevara yo. Me consuelo pensando que llegará un momento en que los niños se harán grandes y no sufrirá más. Y lamentablemente pronto será así, pues Pablo va a cumplir 12 años; él ya nació en esta casa.

Y lo cierto es que estuvimos a punto de talarlo. Fue cuando reformamos la casa. Hubimos de podarlo mucho para poder levantar los andamios que permitieran a los albañiles trabajar. Cuando acabamos el pobre limonero estaba escuálido: le había caído encima todo tipo de cascotes y deshechos. Y nos dijeron que cómo no lo quitábamos para disfrutar de un panorama más despejado... Y a punto estuvimos, pero no lo hicimos precisamente por todo lo que había significado para nosotros y nuestros hijos. Y ahí continúa. Ya es muy viejo. Estoy intentando a ver si me agarra un esqueje de él, pero me temo que no será fácil. El día que nos falte, será muy duro y triste.
 





Cortados el 14 de febrero de 2013


Un poco de publicidad personal...




Te presento esta novela ambientada en Salamanca que acabo de publicar, por si te animas a leerla.

Lo puedes hacer en el blog https://asesinatoenelreinasofia.blogspot.com/2022/09/asesinato-en-el-reina-sofia-faltan-los.html excepto los últimos capítulos.

O bien la puedes conseguir en papel (16 €) o formato ebook (4,49 €) en varias plataformas on line, tanto en España, como en otros países -la forma más rápida es a través de AMAZON-:

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-EL CORTE INGLÉS
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-LIBRERÍA DE LA U (Colombia)
-PERÚEBOOKS (formato electrónico)
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Etc.

Sinopsis

El asesinato de un diputado en un museo de Madrid lleva a un inspector inexperto a Salamanca, circunscripción por la que es electo el difunto. Durante la estancia en la ciudad se adentrará en el mundo académico, político y social en busca de indicios que expliquen los motivos que han llevado al verdugo a cometer tal atrocidad. El proceso indagatorio conducirá al detective a plantearse alguno de los principios por los que ha de regirse en su oficio, después de entrevistarse con testigos poco habituales que no parecen entristecerse con la muerte del político y que no aportan datos significativos del caso.

El ambiente de la localidad universitaria de principios de los noventa del siglo pasado, extraño para el protagonista, más la resolución del caso, le dejarán la sensación de fracaso de su valía profesional y, sobre todo, del papel que le corresponde como agente al servicio de la justicia. 

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