lunes, 28 de julio de 2014

Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Quizá la propuesta de visitar un museo en Bilbao os parezca excesiva. Y seguramente lo será más si este museo no es el Guggenheim, sino uno mucho más clásico como es el Museo de Bellas Artes. Pero ahí va la propuesta por si hay viajeros sin complejos y sobre todo sin la premura de unas vacaciones cortas.
De momento hay que asegurar que no queda tan lejos como pueda parecer: desde casa se tarda una hora y media justa. Probablemente lo que sea más molesto es aparcar. Hay tres opciones: aparcar en zona azul, donde solo podremos dejar el coche dos horas y ya no podremos volver a estacionar en todo el día; aparcar en zona verde, un poco más apartada del museo, pero allí el coche podrá permanecer cinco horas; o meterlo en dos parkings de la zona: en Zubiarte, un centro comercial, nada barato a pesar de que las dos primeras horas son gratis si realizamos una compra superior a quince euros en alguno de los establecimientos del centro; o bien en un aparcamiento subterráneo que está enfrente del centro comercial. 
Otro detalle significativo es que si la visita se realiza en miércoles, la entrada sale gratis por ser el día del museo. De todas maneras, la entrada general no es cara; cuesta siete euros.
El museo alberga arte, especialmente pintura y escultura, desde el siglo XIII hasta nuestros días: hay 33 salas que yo no recomiendo recorrer en un día.
Tal vez sea una percepción del que escribe, pero para mí es un museo relajante. No me agobié recorriéndolo: las salas son amplias, la separación entre cuadro y cuadro permite descansar la vista... La panorámica desde el edificio del museo a un parque también permite relajar la mirada.
En cuanto a la exposición, la información de las pinturas está muy bien con explicaciones breves, pero precisas que permiten entender la obra. También el espectador se verá sorprendido por los artistas vascos cuyas obras se cuelgan junto a las de otros artistas españoles. Las obras seleccionadas y los pintores y escultores son muy representativos de cada época; llama la atención las salas destinadas al arte contemporáneo.
Y algo fundamental para descansar y reponer fuerzas: hay una cafetería donde ponen unos pinchos riquísimos y de texturas y sabores poco convencionales.



lunes, 21 de julio de 2014

Calabazas

Esta cosecha de calabazas, como si fueran almenas, estuvo todo el invierno en la pared del huerto.
Las calabazas son para el verano y para el otoño. No se puede adelantar la cosecha. Estos días, como sucede casi todos los años, he visto que han nacido espontáneamente tres plantas en el huerto. En el compost que echo como abono siempre queda alguna pipa que no se ha descompuesto y es ahora cuando nacen ellas solas. En cambio, puse un semillero en abril y aunque nacieron, no crecieron bien. El inconveniente de estas plantas espontáneas es que a veces salen entre otras y con el paso del tiempo acaban por invadirlas y aplastarlas. No obstante, procuro llevar las enormes ramas que va echando por los lugares donde menos van a molestar a otras. De todas maneras, aparte de éstas, he puesto a lo largo de una pared, donde antes estuvieron las azucenas, ya llegadas al fin de su ciclo, dos matas. Me imagino que las que han nacido ellas solas serán de las de tipo pera, que son las que hubo plantadas el año pasado. Y las que he puesto serán más grandes. Me han dicho donde las compré que son de las alargadas; sin embargo, hasta que no las vea crecer no estaré seguro, pues no es la primera vez que te dan una clase de planta y luego es otra. En cualquier caso, lo mismo da una clase que otra, pues todas vienen bien. Las calabazas tipo pera, al ser más pequeñas, cuando se encienta una,  si se hace un puré, se acaba. En cambio, con las grandes, algunas con un peso cercano a los diez kilos, no se sabe qué hacer con ellas: se pueden congelar y si no, regalamos trozos a los compañeros de trabajo. La verdad es que cuando hay calabaza, preferimos echar en el puré, o mezclado con otras verduras o legumbres, calabaza antes que patata, ya que el plato resulta mucho más suave. Así que no es de extrañar que las mimemos porque la cosecha, que se conserva muy bien, puede durar hasta mayo.

Parecen pequeñitas, pero ¡vaya frutos que da!
Aquí se puede observar como una parra de calabaza desborda la pared del huerto.

domingo, 20 de julio de 2014

Los alhelíes


Los alhelíes han ido pasando por distintos lugares del jardín; ahora los tenemos situados en el esquinazo de nuestra finca con la casa de Cuca, al lado de la cambera. Elegimos esta ubicación por una razón: que nuestros vecinos olieran bien al pasar por nuestra casa. Cuando estamos sentados en el porche vemos pasar a la gente y en el breve recorrido que realizan para recorrer el muro de nuestra casa, disfrutan con el olor de tres plantas con fragancias generosas; estas son: tres matas de lavanda, una mata gigantesca de geranios limonero y la porción de alhelíes.
Para tener los alhelíes hermosos y  mínimamente bien cuidados solo hay que tener la precaución de ir cortando de vez en cuando las numerosas flores que generosamente la planta da, con las cuales formamos ramos; y cuando se han hecho demasiado grandes, cortarlos y dejar que se desarrollen las plantas minúsculas que han crecido de las semillas que han caído en el suelo. Si el tiempo viene seco, sobre todo si las plantas son jóvenes, no les viene mal un poco de agua, pero, plantadas en tierra, sobreviven con la lluvia que aquí se reparte de forma regular a lo largo del año.

miércoles, 16 de julio de 2014

La pareja de lagartos


Una de las ventajas de vivir en un pueblo –no mencionaré los inconvenientes, que los hay- es que uno se puede entretener de muchas maneras. A mí, que tampoco es que sea demasiado curioso, me relaja y me distrae observar y controlar cómo se van desarrollando las plantas, cómo saltan los miruellos por el prado, descubrir el pájaro guiándome por su canto, ver cómo evoluciona la incubación del jilguero o descubrir si están tomando el sol nuestros amables y tranquilos lagartos. Su lugar preferido es la pared semirruinosa que separa el huerto del vecino con la cambera. No soy yo solo el aficionado a verlos y sacarles fotos; muchas veces me acerco a visitarlos cuando veo a Cuca que los está observando; o es Gema la que me avisa de que están despanzurrados tomando el sol. Solamente por el placer de contemplarlos de cerca y comprobar que no se espantan, es para tomarles cariño; y si no los hablamos, es porque estamos seguros de que no nos van a entender y a lo mejor los impacientamos. Así que los observamos casi con fervor religioso. Yo miro para comprobar si están cuando paso con el coche o, incluso, doy un rodeo al ir a tirar la basura al contenedor por si tengo la suerte de que hayan salido. Casi siempre toman el sol en el mismo sitio: son una pareja y a veces están juntos y otras cada uno en lugar diferente, aunque no muy retirados el uno del otro. En cuanto a su carácter, podríamos decir que aunque son sociables, tal vez lo sea más la lagarta; él en ocasiones vuelve la cabeza y hace ademán de retirarse, aunque tan solo recula un poco hasta quedar en penumbra.

Una de las polémicas que mantenemos los vecinos es sobre el lugar en el qué viven: si es en algún hueco entre las piedras de la pared o en el prado que está en frente a donde a veces se dirigen cruzando la cambera. Según ellos viven en el prado y solo van a tomar el sol en las piedras; yo, en cambio, creo que viven en alguna oquedad de la pared y se dirigen al prado a alimentarse. Digo esto porque cuando las paredes de nuestra finca no estaban bien armadas he visto lagartos y enánagos y desde que las arreglé no me los he vuelto a encontrar. Pero no estoy seguro de que mi teoría sea cierta, aunque da igual y el caso es que cada verano podamos continuar disfrutando de la compañía de nuestros queridos lagartos.

viernes, 11 de julio de 2014

El jazmín

Jazmines con los que intentamos crear una valla vegetal.


El jazmín es una planta trepadora que no es demasiado invasiva ni destructora de paredes; otras trepadoras que hay en la finca sí que lo son y puedo dar fe del peligro que suponen para la firmeza de los muros de mampostería. De hecho, el jazmín, como no tenga una sujeción, difícilmente se agarra a una superficie vertical por muy porosa o irregular que sea. Para elevarlas es necesario poner una guía en la que se vaya enroscando; y muchas veces hay que ir anudando, porque su tendencia es a desarrollarse horizontalmente. Sin embargo esta tarea de llevarla donde se desea no siempre es posible: como diga que no, que por allí no quiere ir, no vale empeñarse; las puntas forman una bola y no continúan. La razón exacta no la sé. En un principio creí que tendría que ver con su posición con respecto a la del sol, pero o yo no me acabo de orientar, o ellas son muy caprichosas y van por donde les da la gana.
Conseguir plantar un jazmín es muy sencillo. En las épocas de extensión, —ahora, por ejemplo, en julio—, se corta uno de los múltiples brotes que salen de las larguiruchas ramas y se trasplanta a una maceta: si no enraíza es porque no habremos cortado uno de estos brotes, sino una ramita cualquiera. Una vez que nos aseguremos de que ha agarrado, la podemos poner en otra maceta mayor o bien colocarla en tierra directamente en el lugar deseado. Tarda en hacerse grande, pero una vez que ha conseguido un tamaño respetable, probablemente habrá que irla podando y arreglando para que no se nos vaya de las manos. No requiere ningún cuidado, a no ser el riego si la hemos puesto en maceta.
La floración más importante se da en primavera; después, durante el verano, en el momento extensivo de la planta, se da una segunda mucho más mermada que la anterior. La fragancia del jazmín es única, embriagadora, excitante, cautivadora… Para el que escribe, es quizá con el de las azucenas, los alhelíes y el azahar, la fragancia más suave y sugerente de las flores. En mi memoria han quedado recuerdos imborrables del olor de un jazmín cuyas ramas ascendían hasta las ventanas de una habitación en una casa rural de Granada, en concreto en el pueblo de Dúrcal… Aparte del perfume, el jazmín también ahuyenta los mosquitos, así que miel sobre hojuelas.
En nuestro jardín los tenemos repartidas por varios sitios. La mata más importante, la hemos colocado en el acceso a un taller variopinto donde guardamos las herramientas necesarias para cuidar la finca y el huerto y que sirve de invernadero; yo lo llamo la UVI, porque ahí tenemos las plantas pequeñitas, las que hemos trasplantado, las que requieren algún cuidado especial… También la estamos utilizando para crear una tupida malla verde en una alambrada que separa visualmente nuestra finca de la de uno de los vecinos. Esta malla cuando se puso era de hojas pequeñas de plástico que con el paso del tiempo y el desgaste a consecuencia del impacto del viento, se han ido desprendiendo, lo que ha supuesto que se haya ido quedando desnuda y, lo más importante, arrojando esas diminutas hojitas al prado que se juntan con hierba y son recogidas con el cortacésped pasando a formar parte del compost..
Flor del jazmín

Un clavel del aire entre las ramas de un jazmín

El jazmín de la "UVI"


Los mismos jazmines nueve años después

Un poco de publicidad personal...




Te presento esta novela ambientada en Salamanca que acabo de publicar, por si te animas a leerla.

Lo puedes hacer en el blog https://asesinatoenelreinasofia.blogspot.com/2022/09/asesinato-en-el-reina-sofia-faltan-los.html excepto los últimos capítulos.

O bien la puedes conseguir en papel (16 €) o formato ebook (4,49 €) en varias plataformas on line, tanto en España, como en otros países -la forma más rápida es a través de AMAZON-:

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-EL CORTE INGLÉS
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Etc.

Sinopsis

El asesinato de un diputado en un museo de Madrid lleva a un inspector inexperto a Salamanca, circunscripción por la que es electo el difunto. Durante la estancia en la ciudad se adentrará en el mundo académico, político y social en busca de indicios que expliquen los motivos que han llevado al verdugo a cometer tal atrocidad. El proceso indagatorio conducirá al detective a plantearse alguno de los principios por los que ha de regirse en su oficio, después de entrevistarse con testigos poco habituales que no parecen entristecerse con la muerte del político y que no aportan datos significativos del caso.

El ambiente de la localidad universitaria de principios de los noventa del siglo pasado, extraño para el protagonista, más la resolución del caso, le dejarán la sensación de fracaso de su valía profesional y, sobre todo, del papel que le corresponde como agente al servicio de la justicia.