Quizá la propuesta de visitar un museo en Bilbao os parezca
excesiva. Y seguramente lo será más si este museo no es el Guggenheim, sino uno
mucho más clásico como es el Museo de Bellas Artes. Pero ahí va la propuesta
por si hay viajeros sin complejos y sobre todo sin la premura de unas
vacaciones cortas.
De momento hay que asegurar que no queda tan lejos como pueda
parecer: desde casa se tarda una hora y media justa. Probablemente lo que sea
más molesto es aparcar. Hay tres opciones: aparcar en zona azul, donde solo
podremos dejar el coche dos horas y ya no podremos volver a estacionar en todo el día;
aparcar en zona verde, un poco más apartada del museo, pero allí el coche podrá permanecer cinco horas; o meterlo en dos parkings de la zona: en Zubiarte, un
centro comercial, nada barato a pesar de que las dos primeras horas son gratis
si realizamos una compra superior a quince euros en alguno de los
establecimientos del centro; o bien en un aparcamiento subterráneo que está
enfrente del centro comercial.
Otro detalle significativo es que si la
visita se realiza en miércoles, la entrada sale gratis por ser el día del
museo. De todas maneras, la entrada general no es cara; cuesta siete euros.
El museo alberga arte, especialmente
pintura y escultura, desde el siglo XIII hasta nuestros días: hay 33 salas que
yo no recomiendo recorrer en un día.
Tal vez sea una percepción del que escribe, pero para mí es un
museo relajante. No me agobié recorriéndolo: las salas son amplias, la
separación entre cuadro y cuadro permite descansar la vista... La panorámica
desde el edificio del museo a un parque también permite relajar la mirada.
En cuanto a la exposición, la información de las pinturas está muy
bien con explicaciones breves, pero precisas que permiten entender la obra.
También el espectador se verá sorprendido por los artistas vascos cuyas obras
se cuelgan junto a las de otros artistas españoles. Las obras seleccionadas y
los pintores y escultores son muy representativos de cada época; llama la atención las salas
destinadas al arte contemporáneo.
Y algo fundamental para descansar y reponer fuerzas: hay una
cafetería donde ponen unos pinchos riquísimos y de texturas y sabores poco
convencionales.