POR TIERRAS DE CANTABRIA: Playa de Comillas

Está como a 11 kilómetros de nuestra casa, unos quince minutos en coche.

Comillas es una de las localidades que posee playa en el mismo pueblo, por lo que podríamos decir que es una playa urbana. Por esta razón y por ser querencia de muchos turistas, es de las más concurridas de la zona. Un detalle importante, es que fuera de la playa hay dos zonas de verde donde es posible poner la mesa, la sombrilla o las toallas y comer o descansar sin arena ni salitre.

Se encuentra a la derecha de la carretera que comunica Santillana del Mar y San Vicente de la Barquera. Nada más llegar, antes de entrar al pueblo, a la altura de la gasolinera, se puede apreciar una de las vistas más bonitas del arenal. Además, si paramos, podremos ver unos pequeños acantilados y el camping que llega hasta el mismo borde de la costa.

Si no es temporada alta, podemos aparcar al mismo pie de la playa; si lo es, podremos dejar el coche ahí pagando unos dos euros. Hay otras dos posibilidades para dejar el coche gratis: una es en la fila de aparcamientos que hay en la misma carretera y la otra es tranquilamente aparcar en el parking municipal gratuito que está entrando en el pueblo. Para acceder a él, deberemos torcer a la izquierda cuando venimos de Santillana en dirección San Vicente. El aparcamiento está como doscientos metros de este desvío. Para llegar a la playa solo habremos de seguir las indicaciones y andar poco más de doscientos metros. Si lo dejamos aquí, además, tendremos la oportunidad de contemplar una de las estampas más bonitas de la costa, la playa y el puerto desde el mirador de la ermita de Santa Lucía que nos queda un poco a la derecha; y si nos cansamos de la playa y queremos patear un poco la villa, no nos hará falta mover el coche pues desde aquí estamos a cinco minutos del centro urbano.

Ya hemos comentado que es bastante popular, aunque nunca, ni en los momentos en que hay más bañistas, veremos los agobios de algunas playas del Mediterráneo. Las ventajas que tiene son muchas. Por ejemplo, a escasos cincuenta metros hay bares, restaurantes y tiendas, donde se podrá comprar prensa; si nos aburrimos de estar todo el día tomando el sol, perfectamente podemos dar una vuelta por el puerto y pasear al borde de los acantilados o tomar un refresco en la terraza del mismo bar del puerto; otra posibilidad es andar algo menos de un kilómetro para ir al pueblo de tiendas, algunas muy interesantes, sobre todo de decoración. Otra opción, al medio día, es subir a tomar una ración de rabas en uno de los dos bares que hay en el cruce que va al puerto y a la playa, donde nos podremos sentar en la terraza a saborearlos y a contemplar unas inmejorables vistas marineras.

Y ya puestos, si la arena nos molesta mucho, podemos subir hasta las ruinas góticas, los restos de una iglesia que alberga un cementerio con grandes monumentos funerarios, Gloria mundi transit, y subir hasta la pradería del monumento al Marqués de Comillas, que habremos divisado desde la playa. Como desde otros puntos, las panorámicas merecen el paseo.
Dejo este enlace a El Diario Montañés, donde se explica la vida de las pescateras, esas mujeres andariegas que se dedicaban a vender pescado por los pueblos de los alrededores.

(Si queréis realizar algún comentario o dar información de la playa y alrededores, o queréis matizar alguna de mis afirmaciones anteriores, siempre subjetivas, no dudéis en mandarme un comentario que sirva para enriquecer la información.)

Imágenes de la playa.

Monumento a las pescateras, vendedoras de pescado. Vendían por los pueblos de alrededor y llegaban hasta Torrelavega, a unos veinte kilómetros. Enfrente están los dos bares donde son famosas sus rabas.