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Panorámica del Parque Natural de las Marismas de Santoña desde el monte Buciero |
Las veces que había estado en
Santoña siempre me había llamado la atención el monte que al final del paseo
marítimo se erige en guardián de la bahía: El monte Buciero. Y aprovechando las
rutas guiadas por la naturaleza que organiza el gobierno de Cantabria, por fin
hemos pateado parte de su recorrido.
Hemos tenido suerte con el tiempo, día
nublado, pero sin lluvia y una temperatura agradable en torno a los veinte
grados. Digo que hemos tenido suerte porque me hago a la idea de lo que puede
ser andar por estos parajes con calor, con lluvia, con viento…
Algo que llama la atención del
enclave es que es un monte rodeado por un entorno urbano; es decir, monte y ciudad están integrados. A parte de los excursionistas ocasionales, se ve a bastante gente
de la zona que pasea. Decía que es un monte urbano, porque la salida y la
llegada se realizan desde el mismo paseo marítimo de la localidad. El coche se
puede aparcar en el mismo paseo.
El monte tiene tres valores por
los cuales merece la pena conocerlo, fuera aparte del beneficio de la propia
actividad física: evidentemente y quizá lo más llamativo sean las magníficas e
impresionantes vistas de la bahía, de faros, de peñas, de acantilados, que se
jalonan a lo largo del recorrido; pero mucho más importante es el valor ecológico
de la masa forestal que cubre
todo el monte y que es más bien propia del bosque mediterráneo . Y desde el punto de vista militar, el enclave ha sido un lugar
estratégico desde la Guerra
de la Independencia,
y está lleno de construcciones militares, aunque en muy mal estado y casi
abandonadas. En este sentido, sí que sería recomendable una inversión para
recuperarlas y añadir más interés a la excursión.
El recorrido está perfectamente
señalizado y no es necesario llevar un guía, aunque para sacar más jugo a la
jornada, una persona que conozca el sitio y que lo sepa explicar es un
aliciente, sobre todo para los que no vamos con ánimo de sudar mucho y lo que
queremos es recrearnos con cualquier detalle.
Es aconsejable llevarse un bocata
y agua y pararse las veces que sean necesarias para saborear con fruición todo
aquello que nos apetezca.
Comento a continuación alguna
foto.
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Construcciones sobre dunas de los años sesenta del siglo pasado en Laredo |
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Inicio de la marcha |
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El culo de Santa Marta. Según una leyenda popular, aquí se sentó la santa dejando muestra de su gran presencia |
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Al otro lado de la bahía aparece una roca en forma de cetáceo, por eso se llama Punta de la Ballena |
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Peña El Fraile |
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Cuevas en las paredes de los acantilados |
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Desde el monte se puede ver el puerto de Bilbao |
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Hay miradores en puntos clave para las panorámicas |
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Machos cabríos asilvestrados |
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Los acantilados que se forman pueden llegar a medir 250 metros de altura. |
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La mar estaba en completa calma y se veían muchos barcos anclados cerca de los acantilados |
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Madroño caído; se ven muchos. |
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Descenso a uno de los faros; unos seiscientos y pico escalones. |
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El faro de El Caballo. Incluso hay unas escalerillas que llegan al agua. |
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Al llegar a un punto que se llama Cuatro Caminos nos adentramos en la masa forestal y tardamos una hora en atravesarla. |
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Según dicen en esta cueva se practica vudú por pescadores de procedencia africana. |
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Polvorín Helechal, en pésimo estado. Los dos torreones albergaban sendos pararayos. |
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Penal de El Dueso y playa de Berria |
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Polvorín con el monte Buciero detrás, ya al final del recorrido. |
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