V
El acceso hasta la caseta de recepción es una pendiente corta pero pronunciada
Es
una de las cuevas incluidas en la lista del Patrimonio de la Humanidad
de la Unesco desde julio de 2008.
Esta
cueva tiene un acceso muy restringido, pues solo pueden entrar cuatro personas
en cada visita. La razón es que los espacios en los que hay que moverse son muy
pequeños y en la mayoría del recorrido hay que ir agachado para no darse en el
techo; por otra parte, los grabados son de un tamaño reducido y no se ven si no
se está cerca y hay unas condiciones de luminosidad apropiadas para que se
resalte el trazo.
La
originalidad de este enclave es que solo hay una pintura, lo demás son grabados
que representan la fauna de la zona y de la época, según las condiciones
climáticas y el hábitat que se originaba. En este sentido, la presencia de
renos, atestigua una etapa glaciar en la que el mar retrocedió y la costa era
una inmensa pradera.
La
cueva es un enclave arqueológico con niveles ocupacionales que van del
Paleolítico Medio al Neolítico, durante más de treinta mil años. Hubo también
ocupaciones de neandertales y cromañones.
En
el abrigo exterior se hallan las representaciones rupestres más antiguas que se
conocen en la cornisa cantábrica, datadas de la época Auriñaciense. Entre ellas
destaca un caballo grabado y, aunque ahora ya no existen, se sabe por
fotografías de principios del siglo XX que había representaciones de bisontes,
caballos, ciervos, etc.
Las vistas son magníficas desde la boca de la cueva |
En
la zona en la que termina la galería existe una figura antropomórfica a la que
no nos pasó el guía.
Este
mundo fascinante de las cuevas prehistóricas siempre descubre algo sorprendente
al visitante. En esta ocasión, una teoría interesante relacionada con la
pintura de las manos mediante soplido (no presentes en esta cueva), las propias
representaciones de la fauna y otros grabados sin forma definida... Según el
guía, todas estas manifestaciones artísticas eran una forma de
comunicación entre los vivos y los muertos o el mundo desconocido del más allá. Las manos eran
huecos que se abrían para comunicarse con los antepasados o con eso desconocido. A través de las
paredes, no solo los humanos fallecidos, sino también los animales, se
manifestaban, por eso aprovechaban las formas de las rocas para dar vida
representativa a esas imágenes que surgían de lo más profundo. En todo caso,
parece que se trataba de una relación personal del individuo, y no tanto del
grupo, con ese mundo no visible, pero para ellos presente. Las cavidades era el
lugar apropiado para la comunicación de esos dos mundos que buscaban la forma
de estar unidos. No sé si altero algo la teoría que defendía él, pero esta es
la idea que me ha quedado de su explicación.
Cada
vez que visito estos lugares siento unos vínculos, difíciles de verbalizar, con
esos antepasados que considero que tenían unas inquietudes vitales parecidas a las de cualquier individuo de hoy día o de cualquier otra época
anterior y seguramente posterior.
Al mismo tiempo que nosotros, entró otro grupo formado por periodistas, ya que se celebra los ciento veinte años de su descubrimiento.
Pongo los enlaces a estos
artículos periodísticos:
|