Realizamos esta ruta con un guía de NATUREA. La temperatura era ideal: lucía el sol entre nube y nube que cubrían el cielo. Por la noche había llovido y antes de salir nuestra acompañante nos advirtió que habría partes en pendiente en las que el barro nos podía pasar una mala jugada, por lo cual nos recomendó precaución y que nos lleváramos un bastón; ambos consejos no estuvieron de más, porque en verdad el suelo de arcilla estaba resbaladizo y en el trayecto había subidas y bajadas en las que hubo que luchar por mantener el equilibrio.
La primera parte del recorrido de poco más de cuatro horas, así como el regreso (pues la ruta es circular) transcurre por una pista forestal muy frecuentada por ciclistas y vehículos que se desplazan a las campas a pasar el día; también, de cazadores con sus potentes coches de cuatro por cuatro, por lo cual, no hay que perder de vista a todos estos otros visitantes del parque.
Lo más interesante es cuando nos adentramos en el hayedo. ¡Daba gusto respirar! Era consciente de que el oxígeno que introducía en mis pulmones era puro y tenía la virtud de revivificar mi cuerpo.
El bosque no posee ejemplares de mucha edad, pues no se aprecian árboles grandiosos o en los que el paso del tiempo ha dejado la huella del envejecimiento, aunque sí que hay troncos caídos colonizados por otros seres vivos. También vimos el resto calcinado de un gran roble sobre el que cayó un rayo. La bajada continuó hasta río Turbio, un pequeño arroyo con el agua revuelta. Después comenzamos la subida hasta llegar de nuevo a la pista que tomamos en sentido descendente desde la torre de vigilancia forestal del Monte Corona. Antes de regresar al aparcamiento, nos acercamos a la campa de la ermita de San Antonio.
Algunos detalles que resaltó la guía:
Mirador de Pintores Montañeses:
Víboras muertas: nos encontramos dos muertas. Salieron
temprano a buscar el calor en el camino y tuvieron la mala suerte de que las
atropellaron.
Fomes fomentarius (nombre común hongo yesca, hongo yesquero) infecta a través de lastimaduras de la corteza, causando decaimiento de la madera y podredumbre. La especie por lo general continúa viviendo sobre los árboles mucho tiempo después que los mismos han muerto, cambiando de ser un parásito a ser un descomponedor.
Roble al que cayó un rayo
Elona quimperiana. El caracol de Quimper o caracol moteado (Elona quimperiana) es un gasterópodo que habita zonas forestales y húmedas de la Bretaña francesa y de la Cornisa Cantábrica.
Rusco
Es un pequeño arbusto de 30 a 80 cm de altura de color verde oscuro. El rusco, gracias a su consistencia dura, es empleado como "escoba" o "cepillo" para limpiar por dentro los barriles de vino o chimeneas.
Campa de la ermita de San Antonio
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