


El Museo Marítimo del Cantábrico. Si vamos con niños tal vez sea una visita obligada, sobre todo si los hemos hecho caminar ya un rato. Podemos visitarlo de regreso sopesando las fuerzas que nos quedan. Si no venimos con muchas, podremos recompensar a nuestros hijos más adelante, cuando visitemos la península de la Magdalena donde encontraremos una parque infantil muy bien preparado y podremos montarlos en un tren en el que se recorre este espacio.


Los Raqueros. Están al inicio del puerto. Son unas esculturas de unos niños desnudos con actitud de lanzarse al agua. En el enlace se explica quiénes eran, pero os aconsejaría que no lo abrierais y lo descubrierais cuando los veáis; en una placa que hay junto al grupo escultórico, una leyenda reza su historia.

El embarcadero. No será fácil, pero yo me he encontrado bañistas en el propio puerto que desde la dársena se arrojaban al agua. Para subir hay unas escalerillas metálicas que no se ven , y que les permite volver. Y cruzándonos con numerosos santanderinos que recorren su ciudad, y visitantes, que nunca faltan, dirigiendo la mirada a la derecha, a los grandes edificios con aire británico que se alínean a lo largo del puerto, y a la izquierda para ver el trajín de embarcaciones o en lontananza los pueblos del otro lado de la bahía, llegaremos al embarcadero, de donde salen los navíos que comunican las localidades que están al otro lado con la capital. De allí parten también barcos que realizan rutas que permiten conocer parte del litoral o que llevan a los bañistas a las playas.
El Palacete del Embarcadero, la grúa de piedra y el futuro centro Botín.
Al lado del muelle donde atracan los barcos hay un palacete en el que siempre hay alguna exposición de pintura interesante. Y desde su interior hay unos miradores que nos permiten contemplar unas vistas excelentes de la bahía.
La grúa de piedra es una reliquia de otros tiempos cada vez más lejanos, un artilugio que hoy día casi nos parece de juguete, sobre todo si vemos navegar por la propia bahía alguno de los grandes cargueros actuales, pero es muy querida de los vecinos. En estos momentos ha quedado casi sepultada visualmente por las grandes grúas que están detrás y que sirven para construir un gran centro de arte que se está levantado en el puerto.
El centro urbano.
Desde aquí cruzaremos las dos grandes avenidas para llegar a la ciudad. Nos encontraremos calles y avenidas muy animadas, sobre todo en la avenida José María de Pereda. Si nos sentamos en una de sus numerosas terrazas, contemplaremos el devenir de transeúntes que no paran de ir y venir; y si somos curiosos y detallistas, nos percataremos del cuidado y estilo de los santanderinos en el vestir; tal vez un poco pijines según la opinión/envidia de otras personas.
Callejeando podremos llegar hasta la plaza del ayuntamiento, pasar por la catedral, entrar en el Mercado del Este o llegar hasta la plaza de abastos: en las pescaderías veremos gran cantidad de pescado fresquísimo.


Jardines de Pereda.
Pueden ser un lugar ideal para descansar un poco sentados en un banco mientras nos deleitamos con los patos.
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Mercado de la Esperanza, detrás del Ayuntamiento: si podéis, echad un vistazo por la mañana. |
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Plaza de la catedral. |
Regreso al Museo Marítimo.
Podemos regresar al punto de partida deshaciendo el camino andado o por las calles hasta llegar a Puerto Chico.
LA MAGDALENA Y EL SARDINERO.
En la segunda parte de la visita a la ciudad, habremos de mover el coche para llegar al destino siguiente. Saldremos con el coche incorporándonos a una gran avenida que transcurre paralela a la bahía; nos queda a la derecha. Recorreremos dos kilómetros más o menos hasta llegar a una curva cerrada a la izquierda. Antes de cogerla, nos desvíamos a la derecha: enfrente nos encontraremos la puerta de entrada a la Península de la Magdalena, pero no avanzaremos hasta allí: como a veinte metros del desvío que hemos tomado, giramos a la izquierda a buscar un aparcamiento que se sitúa encima de la playa de El Camello. Si no hubiera plazas libres procuraríamos subir a las calles aledañas donde seguro que no habrá problemas para aparcar.
Península de la Magdalena.
Para hacerse una idea del espacio, podemos montar en el trenecito que recorre este espacio. No es necesario, pero nos permitirá ver cómodamente el palacio desde todos los lados. Sin embargo, habremos de caminar para ver el pequeño zoo marino que nos queda a la izquierda según entramos en el recinto. No es que haya mucho animales, pero el lugar es interesante por las vistas de las playas del Sardinero y de la isla de Mouro. Y al otro lado, está el completo parque infantil donde los niños se escaparán a la menor ocasión. Al lado tenemos playas, si queremos bañarnos, aunque recomiendo la playa de El Camello, que es donde hemos dejado el coche, o en la playa más famosa de Cantabria: El Sardinero.
El Sardinero. Si pasamos del baño, salimos de la Magdalena y nos dirigimos al Sardinero. Desde sus miradores podremos contemplar la playa y si nos dirigimos hacia el casino, comprobaremos en sus terrazas y hoteles el cosmopolitismo del lugar.
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Playa de El Camello |
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Vista de la zona de El Sardinero desde la península de La Magdalena |
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La Magdalena |
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La Magdalena |
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La Magdalena |
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Réplica de las tres carabelas con las que Colón descubrió América |
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Isla de Mouro |
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Playa en la península de la Magdalena |
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Zona de juego de la Magdalena |
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Playa de El Sardinero al atardecer |
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Playa de El Sardinero al atardecer |
SALIDA DE LA CIUDAD Y FARO.
Buscaremos la salida dirigiéndonos a la zona del Sardinero, siempre la calle más próxima al mar, hasta llegar a las inmediaciones del estadio de fútbol. Si deseamos llegar hasta el faro, en vez de girar a la izquierda para salir de la ciudad, seguimos adelante buscando las indicaciones del faro, que se encuentra como a tres kilómetros.
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Faro de Santander desde la playa de El Sardinero |
-En este enlace hay una pequeña semblanza del faro publicada en El País el 31 de agosto de 2014.
-En este enlace hay distintas propuestas para conocer la bahía de Santander.