Me habían dicho que el río Asón formaba una cascada en su nacimiento digna de ver. Y esa ha sido la motivación principal para realizar esta excursión el día de hoy. Ha habido otras referencias de este lugar que también han influido en la decisión: un reportaje reciente de El País y conocer las rutas que lleva organizando desde hace un tiempo creo que la Consejería de Medio Ambiente del gobierno de Cantabria.
Para llegar se tarda un rato. Debíamos estar en el Centro de Interpretación de La Gándara a las diez de la mañana. Hemos tardado un poco más de hora y media desde Oreña. No es un enclave accesible y rápido. Pasando el puerto de Alisas y el collado del Asón me he preguntado qué pensarán los pasiegos -por ejemplo, si el viaje es absolutamente necesario- cuando en la televisión dicen que estos pasos secundarios están cerrados o con cadenas, como si no afectara su inaccesibilidad a casi nadie por ser rutas poco transitadas. Ese viaje de ida se hace apresurado y se siente lástima por no poder parar en los balcones del arcén a disfrutar de las vistas que se van presentando, pues no se puede estar seguros de llegar a tiempo. No obstante, nada más pasar el Collado del Asón, el descenso hacia el barrio de la Gándara se hace en un santiamén. El centro de interpretación está en un parque donde hay imponentes robles, y está al lado de varios bares donde entrar en calor con el correspondiente café.
Como inexpertos en estas rutas, la primera idea preconcebida que hay que olvidar es que el objetivo de la actividad es de índole deportiva: es una visita. Imágenemos que el guía es el dueño de una gran vivienda y nos la enseña. El parque, el robledal con sus pajaritos, las praderías, los riachuelos..., nos los enseña y se quedará encantado si el guía -Enrique- ve que atendemos, que aprendemos y que nos lo pasamos bien y qué le preguntamos por los buitres, por las águilas, los mirlos, las chovas... A veces nos exigirá silencio escolar cuando se necesite escuchar el martilleo del pájaro carpintero, o un poco de atención y paciencia para adivinar el ave medio oculta entre las ramas de los altos árboles... Sin embargo, cuando ascendemos el collado para ver la cola de la cascada-el pelo de una anjana traviesa que fue castigada por su hermana a trasnformase en roca, excepto su cabellera por gastar pesadas bromasa a los pasiegos. Este mirador permite al viajero hacerse idea cabal del nacimiento del río Asón, porque desde la carretera de subida da la sensación de que surge del mismo borde de acantilados. No es así, por encima hay otros picos, más montaña, hasta un lago -donde se supone que hay una biblioteca en la que la anjana buena busca en un libro un conjuro para trasnformar a su hermana traviesa otra vez en persona de carne y hueso- que permanece hasta enero. Y el agua que se recoge en ese espacio se filtra al subsuelo por ser piedra caliza y vuelve a salir a la superficie cuando se encuentra con una capa de arenisca que es impermeable. Esa cascada es la boca de salida de esas aguas profundas. Un poco a la izquierda está la morrena con el material que arratró la antigua lengua del glaciar que en su descenso tuerce a la izquierda. Entre el resto de rocas se puede encontrar fósiles marinos.
Como inexpertos en estas rutas, la primera idea preconcebida que hay que olvidar es que el objetivo de la actividad es de índole deportiva: es una visita. Imágenemos que el guía es el dueño de una gran vivienda y nos la enseña. El parque, el robledal con sus pajaritos, las praderías, los riachuelos..., nos los enseña y se quedará encantado si el guía -Enrique- ve que atendemos, que aprendemos y que nos lo pasamos bien y qué le preguntamos por los buitres, por las águilas, los mirlos, las chovas... A veces nos exigirá silencio escolar cuando se necesite escuchar el martilleo del pájaro carpintero, o un poco de atención y paciencia para adivinar el ave medio oculta entre las ramas de los altos árboles... Sin embargo, cuando ascendemos el collado para ver la cola de la cascada-el pelo de una anjana traviesa que fue castigada por su hermana a trasnformase en roca, excepto su cabellera por gastar pesadas bromasa a los pasiegos. Este mirador permite al viajero hacerse idea cabal del nacimiento del río Asón, porque desde la carretera de subida da la sensación de que surge del mismo borde de acantilados. No es así, por encima hay otros picos, más montaña, hasta un lago -donde se supone que hay una biblioteca en la que la anjana buena busca en un libro un conjuro para trasnformar a su hermana traviesa otra vez en persona de carne y hueso- que permanece hasta enero. Y el agua que se recoge en ese espacio se filtra al subsuelo por ser piedra caliza y vuelve a salir a la superficie cuando se encuentra con una capa de arenisca que es impermeable. Esa cascada es la boca de salida de esas aguas profundas. Un poco a la izquierda está la morrena con el material que arratró la antigua lengua del glaciar que en su descenso tuerce a la izquierda. Entre el resto de rocas se puede encontrar fósiles marinos.
La otra maravilla del día es contemplar el nacimiento del río Gándara. Está al lado. Descendemos por prados con sus correspondientes cabañas -algún pasiego andaba subido al tejado colocando las tejas voladas del airazo último; otro, aunque domingo (Los niños y las bestias no quieren días de fiesta) esparcía purines por las laderas (Alguien de los caminantes comentó que el olor que desprendía sería un modo de dispersión más efectivo que las cargas de los antidisturbios)- para llegar un pequeño prado al pie de una enorme pared de roca donde hay varias salidas del agua, que ya desde su manantial surge con empuje al formar rápidos a los pocos metros. Y allí mismo, desde su cuna, hay un molino, actualmente una minicentral para producir electricidad.
Si quieres ver el reportaje publicado en El País pincha en este enlace Reportaje en El País.