lunes, 24 de noviembre de 2014

TAZONES (Asturias)

Como Cantabria, Asturias es montaña, es mar. Tazones es un pueblo marinero, pequeño y recóndito que se erige a los pies de las colinas que descienden hasta llegar a la misma orilla de la mar. No es una exageración. Sus casas están a pocos metros del agua y cuando hay temporal, el oleaje llega a las primeras viviendas.
Las mejores imágenes de Tazones y de su puerto se ven, una vez que hayamos aparcado, al descender andando la calle principal. Nos encontraremos numerosas marisquerías y bares. Sentarse en una de las terrazas a tomar un café o beber una sidra nos permitirá observar el río de transeúntes que llegan a conocer el enclave. ¡Qué bien se está mirando a otras personas que han ido a lo mismo que nosotros! La propia observación parsimoniosa de los otros nos permite conocerlos y conocernos a nosotros mismos… La otra perspectiva impresionante de la localidad la descubriremos desde el puerto; esta vista es más amplia y colorista. En primer lugar, veremos el mismo puerto, el trasiego de pequeñas embarcaciones, el mar, la playa, el casco urbano y, por último, el arbolado de los montes que casi ocultan al viajero, cuando se está a punto de llegar a Tazones, la grandeza inconmensurable de la mar.
Poco más podemos hacer en el pueblo, pero andando con tranquilidad, nos permitirá saborear y oler la mar, observar las tareas de los pescadores afanados en el mantenimiento de sus artes de pesca o bogando por las inmediaciones en busca de las capturas de la jornada para ofrecérselas al pie de sus barcas o en las lonjas a los viandantes. Es uno de los pocos puertos donde se puede comprar pescado directamente.
Antes de irnos merece la pena subir por las callejuelas que quedan a nuestra derecha una vez que regresemos del puerto. En esta zona se hallan algunas tiendas y el barrio y sus las casas encaladas son pintorescos. Merodeando por allí descubriremos la llamada Casa de las conchas, una pequeña vivienda de dos plantas cuya fachada y otros muchos objetos y detalles ornamentales están recubiertos de conchas de los más diversos e increíbles moluscos. Es interesante ver y estudiar con minuciosidad sus pormenores. Todo el trabajo es fruto de una imaginación desbordante y de una paciencia y laboriosidad digna de encomio. Al lado, hay un hórreo bien conservado que ha sido acondicionado para el recreo y disfrute de su propietario más que para cumplir su finalidad inicial de almacén de grano.
















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